Cuentan textos sagrados, que el pajarito del rey Suleiman - un
fastuoso Hoopoe -, le contó que no muy lejos de allí, reinaba una hermosa
monarca sobre un vasto territorio cuyos habitantes adoraban al sol. El rey –
Salomón, para los hebreos -, indignado por su infidelidad hacia Dios
todopoderoso, mandó invitar a la reina a visitar su palacio de cristal con la
intención de convertirla al monoteísmo. Esta, impresionada por los rumores de
la sabiduría de Suleiman, e impulsada por las recomendaciones de sus
consejeros, no pudo rechazar la oferta. Tan pronto como emprendió viaje hacia
las actuales tierras palestinas, el rey Suleiman mandó traer el trono de la
reina antes de que ella llegara a palacio. Y así, cuando la hermosa reina entró
a la impresionante sala real, quedó muda y fascinada al ver su trono de forma
inesperada. Bastaron pues unos días para que la monarca cayera víctima de la
sabiduría del creyente rey, y se rindiera a sus fieles intenciones.
Esta leyenda se repite por igual en los tres libros
sagrados. Pero son varios los nombres con los que se ha citado a la legendaria
reina de Saba. Dada nuestra ubicación actual, me veo obligado a utilizar el mismo
que nuestros vecinos y anfitriones, es decir, Balqis, según el Corán. Pese a que el
amigo Jordi Hurtado hubiera dicho que esta moza proviene de la actual Etiopía,
parece ser que la cosa no es tan evidente, y podría también provenir del actual
Yemen, o incluso de ambos países. Y es que un nombre tan legendario como la
reina de Saba, da prestigio hoy en día a cualquier nación. Pecaremos pues de
afán de protagonismo aarabi, y me sumaré a clamar que la célebre reina proviene
del centro de la actual República del Yemen, a día de hoy - todo sea dicho -
algo calentita. Y es que las temperaturas ya oscilan el medio siglo en la
escala de Celsius, y parece que la fiesta no ha hecho más que empezar.
Pues sí, ha costado pero aquí estoy, o mejor dicho – estamos
- de nuevo intentando entretener al personal. Esta vez, por si no ha quedado
claro, el destino ha sido el suroeste de la península arábiga, un lugar llamado
Yemen. Y suerte la mía, vengo bien acompañado, ya que a partir de ahora parece
que no viajaré solo. Se agradece, compañera.
Cualquiera que eche un wikivistazo podrá comprobar que
parece que se trata del país más “pobre” en términos económicos de la
península, e incluso del mundo árabe. No sólo por su tamaño sino por su escasa
riqueza natural, Yemen no goza de esperanzadores indicadores económicos ni
sociales. Los pocos minerales que poseen, entre ellos el petróleo, que
representa un 70% de los ingresos del tribal Estado, no dan abasto para
sustentar una economía basada mayormente en su venta, y en menor medida en la
agricultura y el sector servicios. Así pues, puede uno imaginar que los
servicios públicos son más bien escasos, por no decir inexistentes en varias
zonas del país, cuya superficie - aunque no lo parezca - iguala a la de nuestra
querida monarquía, con medio millón de kilómetros cuadrados. Por desgracia, los
yemenís, en lugar de invertir sus escasas rentas en cubrir la carencia de
servicios públicos, derrochan la mitad de sus ingresos en una dichosa planta
que al mascarla produce efectos estimulantes sobre el sistema nervioso central;
el Qat. Esta planta se ha convertido en un monocultivo en el que el país acaba basando
de forma tristemente ineficiente una parte importante de su economía, malgastando
para su labranza la poca agua que le queda. De hecho, según estudios
medioambientales, Yemen se quedará seco en cuestión de una o dos décadas.
La guinda del pastel, la pone la idiosincrasia de un pueblo
que, como ya decía el profeta Muhammad en el Corán, está poblado por fieros
guerreros incapaces de estarse quietos. Así que entre el movimiento
independentista del Sur, el ejército gubernamental, los feroces Hoothis, y los
famosos barbudos de Al Qaeda, esto parece una interminable partida de risk. Y a
consecuencia se obtiene, tanto un pueblo como un gobierno, entretenido y
descentrado de la ardua tarea de dirigir al país hacia un intento de economía de
mercado productiva, como hoy es menester.
Ante este panorama, parece lícito acudir al rescate de las
poblaciones desplazadas víctimas de los distintos conflictos que sufre el país.
Aunque no con miles y miles de euros como los afortunados griegos y lusos, sí
con algún que otro administrador trotamundos y alguna enfermera con magia.
Dicho esto, bienvenidos a nuestro nuevo Blog, Magia Filantrópica.
Espero os descubramos alguna curiosidad que otra durante los próximos seis
meses, y se nos perdone cualquier ápice de pedantería o de comedia barata.
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