Yemen, junto a Libia, dícese ser
el país árabe donde las tribus conservan una mayor influencia socio-política. Esto
ocurre concretamente en el norte del país, en la antigua República Árabe de
Yemen - nuestro lugar de residencia actual - unificada en 1990 con Yemen del
Sur para formar la actual República de Yemen. De hecho, es común ver por las
calles de Haradh a los hombres ataviados con la túnica blanca - o falda en su
defecto-, daga en la parte delantera del cinturón a lo Hulk Hogan, chalequito
falleret, y turbante de Aladín. Esta sería la vestimenta tradicional de un
hombre de origen tribal. Las mujeres por desgracia no salen de su bantú negro,
cubiertas de los pies a la cabeza. Las más atrevidas llevan perlitas doradas en
las mangas.
Para entender hasta qué punto las
tribus participan en el sistema social y político del país, es menester en
primer lugar determinar qué es una tribu. Su definición es sujeto de debate,
pero aquella con mayor número de adeptos es tal que así: un actor político,
social y cultural que se organiza de forma independiente del estado con su
propia ética, ley y política. De una manera simple e informal, podemos decir
que una tribu puede ser representada por un grupo de familias procedentes del
mismo pueblo bajo un mismo apellido. La tribu estaría liderada normalmente por
un Sheij, que determina la justicia, y el modo de vida y de subsistencia de la
tribu. Casi por naturaleza histórica, las 1.700 tribus existentes en Yemen se ven
continuamente envueltas en luchas de poder. De hecho, los asesinatos tribales
son muy comunes. Estos se saldan con un nuevo asesinato, o con el pago de dos
armas k-47.
Una vez cuasi-definida la tribu,
intentemos precisar qué clase de poder ostentan. Por definición queda dicho que
las tribus son, a la hora de organizarse, independientes del Estado. Pero, ¿y
el Estado?, ¿es independiente de las tribus para la gestión de ciertas
competencias?, Parece ser que en Yemen, las tribus serían dueñas y señoras de
la gestión de ciertos ámbitos a nivel local tales como la agricultura, la
inmigración, y diversas actividades económicas. Por tanto, nos encontramos con
una nación regulada de forma descentralizada por un sistema tribal. Incluso la
mayoría de gobernantes del país durante los últimos 33 años, eran miembros de
la tribu del expresidente Abdellah Saleh. En este caso, ¿hasta que punto sería correcto
hablar de Yemen como un Estado-Nación y no como una Nación Tribal vestida a la
moda del capitalismo post-colonialista?
Durante la primavera árabe, el
país se vio sumido en una batalla campal librada por las tribus más poderosas
del país en busca de la dimisión del presidente y la consecución del poder
estatal. Tras la caída del expresidente Saleh, y 9 meses de mandato del nuevo presidente
y ex vicepresidente Mansur Al Hadi, se presencia una continua decadencia del
sistema tribal. El reto del actual gobierno reside en llenar el vacío de poder
tribal ocurrido tras la destitución de un Presidente que fomentaba esta forma
de poder. Las partes más progresistas del espectro político yemení confían en
una transición hacia una sociedad moderna con un Estado democrático e
independiente de la influencia tribal. Los expertos hablan de una verdadera
transformación si y sólo si las instituciones estatales se refuerzan,
reduciendo al máximo la corrupción, planificando y ejecutando de forma
coherente para garantizar la provisión de servicios básicos para la sociedad
yemení, tales como agua, electricidad, salud, educación y justicia.
Sin embargo, también existen
opiniones académicas que afirman que es posible la coexistencia entre la
llamada sociedad moderna y la tribal. Sería pues posible gobernar un país cuya
estructura social esté determinada por las tribus, siempre y cuando el poder de
estas esté delimitado, anteponiendo el respeto y cumplimiento de la legislación
estatal a la local-tribal. Para ello, no es necesaria la desaparición de la soberanía
tribal – incluso por el bien de la cultura! - pero sí debiera existir un
traspaso de poder hacia lo público de tal forma que exista un estado arbitrario
regulador de ciertas competencias tales como determinar el límite geográfico y
el tipo de poder de cada tribu. Dónde poner el límite, sería la cuestión.
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