domingo, 30 de septiembre de 2012

En busca del Valle encantado


Conocí a Idriss mientras volvía de almorzar un dulce zumo de limón y un sándwich de patatas fritas, huevos y queso, encargado de mantener mi inmunidad ante la falta de higiene. No era el primer día que lo veía pulular por el hospital, y su sonrisa me invito a acercarme a hablar con el. Llevaba tiempo queriendo dialogar con alguno de los tantos etíopes que pasan por allí, y esa mañana pese al sol abrasador, mi excitante agenda de pagos y contratos tenia un hueco para dedicarle a Idriss, y a su amigo “Mike”. Entre mi árabe y su ingles, conseguimos unos minutos de compañía bien interesantes. Idriss, como muchos de los etíopes que se patean Yemen de sur a norte, llevaba ya tres anos de odisea. Etiopia, Sudan, Eritrea, campos de desplazados, de refugiados, barcos destartalados, camiones y cabras, amigos, compañeros de viaje, enemigos, hambre, sed. En tan solo unas palabras era evidente que habían dado mucho de si esos tres años. Eso si, pasaban factura. Pese a tener 24 años, Idris tenia la piel dura, seca, llena de cicatrices y magulladuras. No iba a tono con su sonrisa inocente y su mirada alegre que se iba apagando cada vez que mis preguntas encontraban respuestas incomodas de contar.

“Mike” era somalí. No hablaba ni árabe ni ingles, pero Idriss le traducía al amárico. Era mas joven y reservado, como si aun supiera que le quedaban unas cuantas batallas por delante y no quisiera gastar energía. Ambos acompañaban a un mutuo compañero de viaje al que la policía saudita había disparado en la pierna al intentar cruzar la frontera. Estreche la mano de ambos, nos despedimos sonrientes, y me fui pensativo a seguir con mis pagos y mis contratos.

En 2011, alrededor de 100.000 inmigrantes entraron a Yemen por las costas del mar rojo con la intención de cruzar el país camino al norte, y la esperanza de encontrar un futuro en los países del golfo: "el Valle encantado". Limpiar coches, vender fruta en las calles, o vigilar mansiones, son trabajos increíblemente cotizados. En 2012, a estas alturas del año, la cifra ya es superior a la de todo el año pasado. Aproximadamente un 75% son etíopes. Solo unos poquitos lo consiguen, iluminando de esperanza a los que vienen detrás. Pero estos últimos, desconocen que esta se apaga sin avisar y tarda mucho en volver a encenderse.

Otros tantos, necesitan ayuda y quedan apartados del camino por falta de fuerzas, salud y capacidad económica o psíquica. Entre ellos, los hay que acaban rehaciendo una “vida” en tierra ajena, pero otros, son repatriados a sus casas por las agencias de ayuda a los refugiados. Incluso algunos, se quedan a mitad a camino y entran a formar parte del juego, entrando al trapo de traficar con qat, marihuana, y hasta con sus propios compañeros.


Cada día, de camino al hospital la carretera se convierte en espectáculo desolador. Varios de grupos de inmigrantes caminan con la mirada perdidad pero la cabeza bien centrada en un objetivo; llegar. La imagen no es nada agradable. Perturba. Es hasta curiosa. Sorprende. Es incluso digna de admiración. Cuantas horas de camino, cuantos meses de aventura, cuantas penurias y cuan pocas glorias. Se desplazan bajo el sol aniquilante, con una botella de agua en la mano y unas míseras chanclas de playa. Es sabido que este tipo de escenarios se repiten en muchas regiones del planeta, pero no dejan de sorprenderme.

Etiopia y Somalia, están destrozados por la violencia, la represión, la sequía y el hambre. Cualquier esperanza de mejora es lícita y quizás justifique el pago de cualquier precio. Y es que en los últimos años, el numero de inmigrantes prolifera debido a unos cuantos picaros que hacen negocio a costa de la necesidad de otros. Instinto de supervivencia, avaricia, maldad, sea lo que sea que mueva a los traficantes de personas, hacen el agosto vendiendo la burra a pobres campesinos, jóvenes ilusionadas o valientes adolescentes. No solo les engañan, aumentando el precio del viaje a cifras inalcanzables a medida que este avanza, sino que los torturan, violan, y hasta contactan con sus familias para amenazar y pedir más y más. Por desgracia, la proliferación de la telefonía móvil y de los medios de pago en efectivo instantáneos, actuan como catalizadores de aumento de la riqueza de este sucio negocio, a una velocidad tristemente rápida.         

Aquellos que consiguen llegar a la frontera Saudita, tras meses y años de penuria, se enfrentan a las ultimas pantallas antes de pasarse el juego; las minas antipersona y la policía Saudita. Y los triunfadores, lidian con el ultimo e invencible monstruo; el racismo exacerbado de los saudíes que consideran esclavos a casi toda persona no saudí. No solo las fronteras están repletas de alambradas eléctricas, sino que al menor movimiento, la policía abre fuego ante los valientes que se atreven a desafiar la seguridad nacional Saudita, cuya monarquía no considera menester emplear ni un solo real en repatriar a los inmigrantes o invertir en servicios sociales para estos.

Si bien las autoridades árabes son cuanto menos despiadadas, las yemeníes tampoco  parecen disponer de una moral en buen estado. Ante la deficiente situación de su gobierno, no dudan en entrar a la fiesta, y sacar buenas tajadas facilitando información y libre movimiento a los traficantes. Hay oficiales de policía que llegan a levantarse 20.000 dólares al mes por este tipo de servicios. En el país mas pobre del golfo, donde el 40% vive con menos de 2 dólares al día, no es una mala paga.

Al margen de los siempre, que nos quedamos para barrer un poquito la sala una vez terminada la función, me parece que le quedan mas bien pocas esperanzas a los Idriss y a los “Mike” que se aventuren a buscar el anhelado valle encantado. Suerte. 

viernes, 31 de agosto de 2012

Del sistema tribal árabe en tiempos modernos


Yemen, junto a Libia, dícese ser el país árabe donde las tribus conservan una mayor influencia socio-política. Esto ocurre concretamente en el norte del país, en la antigua República Árabe de Yemen - nuestro lugar de residencia actual - unificada en 1990 con Yemen del Sur para formar la actual República de Yemen. De hecho, es común ver por las calles de Haradh a los hombres ataviados con la túnica blanca - o falda en su defecto-, daga en la parte delantera del cinturón a lo Hulk Hogan, chalequito falleret, y turbante de Aladín. Esta sería la vestimenta tradicional de un hombre de origen tribal. Las mujeres por desgracia no salen de su bantú negro, cubiertas de los pies a la cabeza. Las más atrevidas llevan perlitas doradas en las mangas.



Para entender hasta qué punto las tribus participan en el sistema social y político del país, es menester en primer lugar determinar qué es una tribu. Su definición es sujeto de debate, pero aquella con mayor número de adeptos es tal que así: un actor político, social y cultural que se organiza de forma independiente del estado con su propia ética, ley y política. De una manera simple e informal, podemos decir que una tribu puede ser representada por un grupo de familias procedentes del mismo pueblo bajo un mismo apellido. La tribu estaría liderada normalmente por un Sheij, que determina la justicia, y el modo de vida y de subsistencia de la tribu. Casi por naturaleza histórica, las 1.700 tribus existentes en Yemen se ven continuamente envueltas en luchas de poder. De hecho, los asesinatos tribales son muy comunes. Estos se saldan con un nuevo asesinato, o con el pago de dos armas k-47.

Una vez cuasi-definida la tribu, intentemos precisar qué clase de poder ostentan. Por definición queda dicho que las tribus son, a la hora de organizarse, independientes del Estado. Pero, ¿y el Estado?, ¿es independiente de las tribus para la gestión de ciertas competencias?, Parece ser que en Yemen, las tribus serían dueñas y señoras de la gestión de ciertos ámbitos a nivel local tales como la agricultura, la inmigración, y diversas actividades económicas. Por tanto, nos encontramos con una nación regulada de forma descentralizada por un sistema tribal. Incluso la mayoría de gobernantes del país durante los últimos 33 años, eran miembros de la tribu del expresidente Abdellah Saleh.  En este caso, ¿hasta que punto sería correcto hablar de Yemen como un Estado-Nación y no como una Nación Tribal vestida a la moda del capitalismo post-colonialista?

Durante la primavera árabe, el país se vio sumido en una batalla campal librada por las tribus más poderosas del país en busca de la dimisión del presidente y la consecución del poder estatal. Tras la caída del expresidente Saleh, y 9 meses de mandato del nuevo presidente y ex vicepresidente Mansur Al Hadi, se presencia una continua decadencia del sistema tribal. El reto del actual gobierno reside en llenar el vacío de poder tribal ocurrido tras la destitución de un Presidente que fomentaba esta forma de poder. Las partes más progresistas del espectro político yemení confían en una transición hacia una sociedad moderna con un Estado democrático e independiente de la influencia tribal. Los expertos hablan de una verdadera transformación si y sólo si las instituciones estatales se refuerzan, reduciendo al máximo la corrupción, planificando y ejecutando de forma coherente para garantizar la provisión de servicios básicos para la sociedad yemení, tales como agua, electricidad, salud, educación y justicia.



Sin embargo, también existen opiniones académicas que afirman que es posible la coexistencia entre la llamada sociedad moderna y la tribal. Sería pues posible gobernar un país cuya estructura social esté determinada por las tribus, siempre y cuando el poder de estas esté delimitado, anteponiendo el respeto y cumplimiento de la legislación estatal a la local-tribal. Para ello, no es necesaria la desaparición de la soberanía tribal – incluso por el bien de la cultura! - pero sí debiera existir un traspaso de poder hacia lo público de tal forma que exista un estado arbitrario regulador de ciertas competencias tales como determinar el límite geográfico y el tipo de poder de cada tribu. Dónde poner el límite, sería la cuestión. 

lunes, 9 de julio de 2012

Yemen; Anatomía del terror


Tras anunciar nuestro paso por Yemen, quizás la curiosidad haya invitado a algún lector a una búsqueda rápida a cerca de este lugar en el todopoderoso google. Tan sólo escribiendo “noticias Yemen”, los resultados – algo alarmantes a primera vista - hablan de manifestaciones que muestran la sobremesa de la primavera yemení, de atentados contra militares perpetrados por Al Qaeda, y de los contrataques del ejército yemení contra estos.

Pues bien, para evitar preocupaciones reafirmamos que nuestra seguridad está garantizada, ya que nos encontramos a unos cuantos cientos de kilómetros de la zona caliente, tal y como se encontraban los gaditanos en los tiempos más duros del terrorismo etarra. Además, vivimos bajo un régimen bien estricto de seguridad que pasa por la minimización de movimientos, por una estrategia de aceptación de la población local (el mejor aliado de los filántropos extranjeros) y por una continua comunicación con actores socio-políticos locales, gracias a los cuales la información relevante fluye garantizando así nuestro resguardo.

Dicho lo cual, pasemos a tratar el tema de la entrada en cuestión; ¿qué hace un grupo de barbudos en un sitio como este?, ¿desde cuándo, y con qué intenciones se pasean por estas tierras? Y a día de hoy, ¿Cuáles son los intereses que provocan los encontronazos entre los radicales islamistas y el ejército yemení, apoyado por la imperialista armada norteamericana?


En 2004, tras ser expulsados de la patria de Bin, seguidores extremistas del Islam, saudíes, afganos y paquistaníes en su mayoría, traspasaron su base al desolado este de Yemen, buscando cobijo en una zona de orografía y contexto similar, es decir, desértico-montañosa, de tradición arabo-musulmana y de difícil acceso. Por entonces, la distracción del gobierno yemení con la batalla librada en el norte contra los Houthis – sublevados chiíes radicales – consintió que se efectuará este traspaso. No obstante, a la armada yemení le quedaron fuerzas  para cazar a unos cuantos barbudos en el acto y encarcelarlos de inmediato. Por desgracia (o por suerte para el señor presidente), dos años más tarde conseguirían escapar y formar con mayor convicción y energía si cabe, la antena barbuda del golfo: AQAP. Así, Al Qaeda en la Península Arábiga - AQAP por sus siglas en inglés – se forma como tal cinco años después del fatídico 11-S, tras la fuga de 22 barbudos que cumplían condena acusados de terroristas en una cárcel yemení. Desde entonces, por motivos religiosos, económicos y reivindicativos de quien sabe de qué,  AQAP comenzó a actuar en Yemen. Pese a la reticencia de la mayoría de la población, la organización consiguió asentarse e incluso ganar algunos adeptos locales en un clima idóneo para ello, debido al reinante malestar socio-económico. Tal fue su consolidación, que llegó a efectuar atentados de gran magnitud contra intereses – perdonad mi orientalismo - occidentales en Yemen.

En cuanto a los intereses de los distintos actores causantes de las trifulcas mencionadas en los medios, podríamos simplificar recurriendo al acostumbrado interés económico. Sin embargo, con el fin de hacerlo algo más entretenido, permitidnos ir un poco más al detalle y hablar además de los intereses e implicaciones políticas, y por ende, religiosas, de cada uno de tres actores involucrados en este conflicto.


Así pues, por un lado existe el mero interés de subsistencia de Al Qaeda. Por desgracia, la consecución de éste implica llevar a cabo actividades terroristas que cuestan la vida de cientos de personas. El debate de la razón de ser de esta organización, lo dejaremos de lado para no pecar de sensacionalistas.

Por otro lado, pese a aparentar lo contrario, al gobierno yemení le interesa eternizar este estado de beligerancia para beber tanto como sea posible del grifo del tío Sam. Y es que los queridos Estados Unidos financian a Yemen dentro del marco de su cansina lucha contra el terror (que siembra su política exterior). Esta financiación no sólo se lleva a cabo en efectivos monetarios sino también en efectivos militares, alimentando así la número uno de todas las industrias: la “pacífica” y rentable industria armamentística. Pero por desgracia para nuestros compañeros árabes sureños, parece que pronto se vaya a cortar el grifo, dado que en estos últimos meses sendas armadas yemení y norteamericana han intensificado esfuerzos para echar a los barbudos de las ciudades en las que se habían asentado.

Por último, quizás la administración del señor Barack tenga otros intereses y no sólo se preocupe por tener controlados a los “malos”. Y es que según apuntan expertos en geopolítica, ésta tiene el ojo puesto en el control del paso de Bab Al Mandab, situado en el suroeste de Yemen frente a la costa somalí, y que une el índico y el mar rojo. Este lugar es de hecho clasificado como uno de los siete enclaves estratégicos de mayor importancia en el mundo para el control de la exportación del crudo cocinado.


No se hable más, sota, caballo, rey. O mejor dicho, Estados Unidos, oro negro y la guerra contra el terror.

martes, 12 de junio de 2012

Balqis, la reina de Saba


Cuentan textos sagrados, que el pajarito del rey Suleiman - un fastuoso Hoopoe -, le contó que no muy lejos de allí, reinaba una hermosa monarca sobre un vasto territorio cuyos habitantes adoraban al sol. El rey – Salomón, para los hebreos -, indignado por su infidelidad hacia Dios todopoderoso, mandó invitar a la reina a visitar su palacio de cristal con la intención de convertirla al monoteísmo. Esta, impresionada por los rumores de la sabiduría de Suleiman, e impulsada por las recomendaciones de sus consejeros, no pudo rechazar la oferta. Tan pronto como emprendió viaje hacia las actuales tierras palestinas, el rey Suleiman mandó traer el trono de la reina antes de que ella llegara a palacio. Y así, cuando la hermosa reina entró a la impresionante sala real, quedó muda y fascinada al ver su trono de forma inesperada. Bastaron pues unos días para que la monarca cayera víctima de la sabiduría del creyente rey, y se rindiera a sus fieles intenciones.



Esta leyenda se repite por igual en los tres libros sagrados. Pero son varios los nombres con los que se ha citado a la legendaria reina de Saba. Dada nuestra ubicación actual, me veo obligado a utilizar el mismo que nuestros vecinos y anfitriones, es decir, Balqis, según el Corán. Pese a que el amigo Jordi Hurtado hubiera dicho que esta moza proviene de la actual Etiopía, parece ser que la cosa no es tan evidente, y podría también provenir del actual Yemen, o incluso de ambos países. Y es que un nombre tan legendario como la reina de Saba, da prestigio hoy en día a cualquier nación. Pecaremos pues de afán de protagonismo aarabi, y me sumaré a clamar que la célebre reina proviene del centro de la actual República del Yemen, a día de hoy - todo sea dicho - algo calentita. Y es que las temperaturas ya oscilan el medio siglo en la escala de Celsius, y parece que la fiesta no ha hecho más que empezar.

Pues sí, ha costado pero aquí estoy, o mejor dicho – estamos - de nuevo intentando entretener al personal. Esta vez, por si no ha quedado claro, el destino ha sido el suroeste de la península arábiga, un lugar llamado Yemen. Y suerte la mía, vengo bien acompañado, ya que a partir de ahora parece que no viajaré solo. Se agradece, compañera.

Cualquiera que eche un wikivistazo podrá comprobar que parece que se trata del país más “pobre” en términos económicos de la península, e incluso del mundo árabe. No sólo por su tamaño sino por su escasa riqueza natural, Yemen no goza de esperanzadores indicadores económicos ni sociales. Los pocos minerales que poseen, entre ellos el petróleo, que representa un 70% de los ingresos del tribal Estado, no dan abasto para sustentar una economía basada mayormente en su venta, y en menor medida en la agricultura y el sector servicios. Así pues, puede uno imaginar que los servicios públicos son más bien escasos, por no decir inexistentes en varias zonas del país, cuya superficie - aunque no lo parezca - iguala a la de nuestra querida monarquía, con medio millón de kilómetros cuadrados. Por desgracia, los yemenís, en lugar de invertir sus escasas rentas en cubrir la carencia de servicios públicos, derrochan la mitad de sus ingresos en una dichosa planta que al mascarla produce efectos estimulantes sobre el sistema nervioso central; el Qat. Esta planta se ha convertido en un monocultivo en el que el país acaba basando de forma tristemente ineficiente una parte importante de su economía, malgastando para su labranza la poca agua que le queda. De hecho, según estudios medioambientales, Yemen se quedará seco en cuestión de una o dos décadas.

La guinda del pastel, la pone la idiosincrasia de un pueblo que, como ya decía el profeta Muhammad en el Corán, está poblado por fieros guerreros incapaces de estarse quietos. Así que entre el movimiento independentista del Sur, el ejército gubernamental, los feroces Hoothis, y los famosos barbudos de Al Qaeda, esto parece una interminable partida de risk. Y a consecuencia se obtiene, tanto un pueblo como un gobierno, entretenido y descentrado de la ardua tarea de dirigir al país hacia un intento de economía de mercado productiva, como hoy es menester.

Ante este panorama, parece lícito acudir al rescate de las poblaciones desplazadas víctimas de los distintos conflictos que sufre el país. Aunque no con miles y miles de euros como los afortunados griegos y lusos, sí con algún que otro administrador trotamundos y alguna enfermera con magia.

Dicho esto, bienvenidos a nuestro nuevo Blog, Magia Filantrópica. Espero os descubramos alguna curiosidad que otra durante los próximos seis meses, y se nos perdone cualquier ápice de pedantería o de comedia barata.